Las 104 mujeres detenidas en la torre 9 del establecimiento penitenciario y carcelario de alta seguridad de Valledupar, llamada popularmente
Hablar de la situación carcelaria para la mujeres privadas de la libertad, es hablar de la grave crisis humanitaria que se vive en los centros de reclusión de Colombia, que no se reduce al alto y creciente índice de hacinamiento, sino que tiene origen en una política NO respetuosa de los derechos humanos y que menos aún tiene en cuenta su identidad de mujeres.
La penitenciaría de Valledupar, construida en el 2001, fue el primer establecimiento diseñado bajo la asesoría del Bureau Federal de Prisiones de los Estados-Unidos, como modelo para todas las nuevas cárceles que se construirían a futuro en el país. En el marco de este convenio se edificaron en los años siguientes otros cinco Establecimientos Penitenciarios de Alta y Mediana Seguridad (EPAMS): Acacías, Palo Gordo, Popayán,
Todos los EPAMS fueron diseñados según un esquema similar, que antepone la seguridad sobre todas las otras consideraciones. Por lo general, se ubican a las afueras de los centros urbanos, en lugares aislados y de difícil acceso y en la mayoría de ocasiones, en zonas que presentan temperaturas extremas (muy frías o calientes). Los defectos en su diseño, así como la falta de planeación, tienen por consecuencia que varias de estas edificaciones sufran de un problema de aprovisionamiento de agua. Siendo la situación más crítica la que se presenta en el establecimiento donde nos encontramos recluidas.
Estas nuevas cárceles, se caracterizan además, porque sus construcciones conllevan al aislamiento de los y las internas con insuficiencia de zonas colectivas, de trabajo, educación y recreación, con reglamentos internos extremadamente rígidos, dado que la cárcel ya no se concibe como un espacio dirigido a la resocialización, sino que se restringe a cumplir un papel únicamente de castigo.
La dureza del régimen carcelario de alta seguridad así como las deficiencias en infraestructuras y servicios básicos, generan graves problemas de salud para los y las detenidas. Estas personas se ven afectadas por enfermedades tanto físicas como psiquiátricas, dentro de las cuales encontramos numerosos casos de depresión, que en ocasiones conducen al suicidio.
En las nuevas cárceles los derechos humanos no solo se vulneran de manera “usual” por los maltratos, amenazas y ausencia de servicios básicos -entre otros-, sino también de manera más sutil y oculta. Es decir, se reprime el libre desarrollo de la personalidad hasta volver a la gente autómata, obligándola a llevar un uniforme, caminar despacio, etc.
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soy una sobreviviente de la tramacua.....apoyemos el cierre del infierno...pues hasta un animal vive mejor...DD.HH
ResponderEliminarApoyemos el cierre del pabellon 9.......por las multiples violaciones a los DERECHOS HUMANOS,,,porque es un sitio de TORTURA...pues lo vivi en carne propia.....porque hasta un animal vive mejor....ESMERALDA ECHEVERRY.
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