(Comunicado de Untraflores)
El sábado anterior, 18 de septiembre, en horas de la mañana, en un acto monstruoso, alrededor de 50 agentes de la Policía, adscritos al municipio de Zipaquirá, al mando del comandante de ese Distrito, se presentaron dotados de equipo antimotines a las instalaciones de la Finca Agrícola Guacarí, propiedad del llamado grupo Nannetti, también conocido como Sunburst Farms o Sunburst Farms Floramérica (anteriormente Dole Fresh Flowers), con el propósito de dispersar violentamente la huelga legal que adelantan los trabajadores debido al incumplimiento de la empresa en los pagos del sueldo, la prima de servicios, la seguridad social en salud, pensiones y subsidio familiar. Mientras este atropello era cometido, el comandante del Departamento de Policía de Cundinamarca, coronel Fabio Alejandro Castañeda, le daba declaraciones a la emisora Caracol Radio, señalando que allí había una huelga pacífica y que no existía ninguna obstrucción de vías públicas, pretexto falaz utilizado por la policía para acometer contra los indefensos operarios.
El sábado anterior, 18 de septiembre, en horas de la mañana, en un acto monstruoso, alrededor de 50 agentes de la Policía, adscritos al municipio de Zipaquirá, al mando del comandante de ese Distrito, se presentaron dotados de equipo antimotines a las instalaciones de la Finca Agrícola Guacarí, propiedad del llamado grupo Nannetti, también conocido como Sunburst Farms o Sunburst Farms Floramérica (anteriormente Dole Fresh Flowers), con el propósito de dispersar violentamente la huelga legal que adelantan los trabajadores debido al incumplimiento de la empresa en los pagos del sueldo, la prima de servicios, la seguridad social en salud, pensiones y subsidio familiar. Mientras este atropello era cometido, el comandante del Departamento de Policía de Cundinamarca, coronel Fabio Alejandro Castañeda, le daba declaraciones a la emisora Caracol Radio, señalando que allí había una huelga pacífica y que no existía ninguna obstrucción de vías públicas, pretexto falaz utilizado por la policía para acometer contra los indefensos operarios.
Decenas de trabajadores, principalmente mujeres, fueron golpeados brutalmente, algunos esposados a las cercas, dispersados usando bombas de gas lacrimógeno y pimienta; algunos perdieron el conocimiento por varios minutos por la gran cantidad de estos gases que absorvieron, otros quedaron contusos por el golpe de las cápsulas lacrimógenas, incluido un periodista del canal local de televisión, Aprecus.
Semejante violencia de la Fuerza Pública tenía un solo objetivo: prestarle un servicio a la Familia Nannetti propietaria de la compañía, la mayor exportadora de flores de Colombia, tratando de ponerle fin por la fuerza a la justa huelga de los operarios. Fue oprobioso ver salir a la Policía Nacional escoltando los camiones de la compañía, mientras los trabajadores golpeados y asfixiados se preguntaban si el derecho de las cosas no consistía acaso en que las autoridades conminaran a la empresa a pagar los sueldos y prestaciones sociales confiscados a los operarios.
Untraflores y Sintraguacarí, le están exigiendo al gobierno que a través del Ministerio de la Protección Social le imponga a la empresa las sanciones prescritas en la ley por no pagar los salarios y apropiarse de los dineros de la seguridad social y por la abierta persecución sindical, y a las mismas autoridades y a los organismos de control, que aborden de inmediato la investigación de los miembros de la fuerza pública que cometieron el inhumano abuso de autoridad.
Pero la violencia no fue argumento suficiente para doblegar a estos valientes obreros. La huelga continúa sin desmayo. Los trabajadores de Guacarí requieren de inmediato la solidaridad de los demás asalariados de las flores y les piden al movimiento sindical nacional e internacional, las organizaciones no gubernamentales progresistas, a los defensores de derechos humanos, a los consumidores de Estados Unidos y Europa, que les manifiesten al gobierno colombiano y a la compañía su firme rechazo por los abusos que se están cometiendo contra estos sencillos labriegos.
Semejante violencia de la Fuerza Pública tenía un solo objetivo: prestarle un servicio a la Familia Nannetti propietaria de la compañía, la mayor exportadora de flores de Colombia, tratando de ponerle fin por la fuerza a la justa huelga de los operarios. Fue oprobioso ver salir a la Policía Nacional escoltando los camiones de la compañía, mientras los trabajadores golpeados y asfixiados se preguntaban si el derecho de las cosas no consistía acaso en que las autoridades conminaran a la empresa a pagar los sueldos y prestaciones sociales confiscados a los operarios.
Untraflores y Sintraguacarí, le están exigiendo al gobierno que a través del Ministerio de la Protección Social le imponga a la empresa las sanciones prescritas en la ley por no pagar los salarios y apropiarse de los dineros de la seguridad social y por la abierta persecución sindical, y a las mismas autoridades y a los organismos de control, que aborden de inmediato la investigación de los miembros de la fuerza pública que cometieron el inhumano abuso de autoridad.
Pero la violencia no fue argumento suficiente para doblegar a estos valientes obreros. La huelga continúa sin desmayo. Los trabajadores de Guacarí requieren de inmediato la solidaridad de los demás asalariados de las flores y les piden al movimiento sindical nacional e internacional, las organizaciones no gubernamentales progresistas, a los defensores de derechos humanos, a los consumidores de Estados Unidos y Europa, que les manifiesten al gobierno colombiano y a la compañía su firme rechazo por los abusos que se están cometiendo contra estos sencillos labriegos.
Aidé Silva Mateus
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